24 minutos.
14 noviembre, 2016
Con frecuencia hablo sobre la importancia de la luz por razones obvias. Cuando eres fotógrafo esta es tu materia prima. Es un hecho, sin luz no hay fotografía, pero en 22 años de carrera sólo un puñado de veces he estado en total oscuridad, así es que prefiero concentrarme en la luz.
Observar la calidad y la dirección de la luz es la naturaleza de mi trabajo. El sol sale y se pone todos los días, pero cada día tiene cualidades diferentes. Según la época del año hay diferentes tonalidades, temperaturas y ángulos de incidencia los cuales, sumados a las variables del clima, hacen que ese maravilloso reflejo que fotografiamos diferente cada día.
Para los que se animan a leer mis notas y no son fotógrafos deben de saber que hay dos tipos de luz; Incidente y reflejada. Por lo general fotografiamos luz reflejada proveniente del sol o alguna otra fuente lumínica. Un ejemplo de luz incidente sería un atardecer.
En fin, para darles una clara idea de la magia que hay en la luz quiero usar estas dos fotografías de una sesión que hice hace unos años en Xochimilco con el atleta olímpico Patrick Loliger.
La primera fotografía la hice a las 6.31am -la hora queda registrada en el archivo-, poco antes de que el sol se asomara sobre el horizonte. Era invierno y el amanecer se estimaba a las 6.44am.
La segunda fotografía está registrada a las 6:55am. Sólo 24 minutos de diferencia entre una toma y otra, pero como pueden ver hay un mundo de diferencia entre las dos fotografías.
Es importante aclarar que para hacer estas fotografías necesité cuatro flashes Elinchrom quadra para iluminar la escena. Es por esto que siempre debo de llegar con suficiente tiempo para preparar mi tomas y estar listo para cuando empiece la magia de la luz.